El Ouroboros: La Serpiente que Devora su Propia Cola
- Miguel

- 10 nov.
- 5 Min. de lectura

Hay imágenes que nos persiguen. Símbolos que atraviesan milenios y culturas, apareciendo una y otra vez como si algo en nosotros necesitara verlos, reconocerlos. El Ouroboros es una de esas imágenes: una serpiente mordiéndose la cola, formando un círculo perfecto. Simple en apariencia, pero cargada de un significado que toca algo muy profundo en la psique humana.
Este símbolo aparece por primera vez en el Egipto antiguo, en textos funerarios que datan de más de 3000 años. Pero no se quedó ahí. Lo encontramos en la alquimia medieval, en manuscritos gnósticos, en el arte renacentista, y hasta en obras contemporáneas. Además es el logo de Psicoanálisis Tu Camino.
¿Qué es lo que hace que esta imagen de autodestrucción y autocreación simultánea resuene tan hondo en nosotros?

La Psique Circular: Jung y el Símbolo de la Totalidad
Carl Gustav Jung dedicó gran parte de su vida a estudiar símbolos como el Ouroboros. Para él, no eran simples decoraciones o metáforas bonitas. Eran manifestaciones del inconsciente colectivo, esas estructuras profundas de la psique que compartimos todos los seres humanos, independientemente de nuestra cultura o época.
El Ouroboros, en particular, representaba algo fundamental para Jung: el Self, centro ordenador de la personalidad total que incluye tanto lo consciente como lo inconsciente. La serpiente que se muerde la cola es la imagen perfecta de la totalidad psíquica, ese estado de completitud hacia el que tendemos en el proceso de individuación.
Pero hay algo más inquietante en esta imagen. La serpiente no solo se toca la cola: se la devora. Hay algo violento, algo oscuro en este acto. Jung entendía que el camino hacia la totalidad no es un paseo tranquilo por un jardín. Implica muerte y renacimiento, destrucción y recreación. La serpiente debe morir para renacer, debe consumirse para renovarse.
En su obra sobre alquimia, Jung señaló que el Ouroboros era uno de los símbolos más antiguos de la opus alquímica, ese trabajo de transformación interior que los alquimistas buscaban bajo el disfraz de convertir plomo en oro. Lo que realmente intentaban transformar era la psique misma.
El Círculo Que No Termina: Tiempo, Muerte y Renovación
Pensemos en lo que significa un círculo. No tiene principio ni fin. Es eterno, infinito. Pero el Ouroboros no es un círculo cualquiera: es un círculo hecho de carne viva que se consume a sí misma. Es eternidad, sí, pero una eternidad activa, dinámica, casi violenta.
Este símbolo captura algo que la filosofía y la psicología han intentado expresar de muchas formas: que la vida y la muerte no son opuestos, sino parte de un mismo proceso. Que cada final es un comienzo. Que para que algo nuevo nazca, algo viejo debe morir.

En términos psicológicos, esto se traduce en algo muy concreto: nuestras transformaciones personales siempre implican una pérdida. Cuando evolucionamos, cuando nos individuamos (para usar el término jungiano), tenemos que dejar atrás versiones antiguas de nosotros mismos. Y eso duele. Es una muerte simbólica, pero no por eso menos real en términos emocionales.
El Ouroboros nos dice que esto no solo es normal, sino necesario. Que el ciclo de muerte y renacimiento no es algo que nos sucede una vez, sino constantemente. Somos, en cierto sentido, nuestro propio Ouroboros: nos renovamos continuamente, alimentándonos de nuestra propia experiencia, digiriendo nuestro pasado para crear nuestro futuro.

El Ouroboros en el Arte: Cuando los Artistas Muerden la Cola
Los artistas, esos exploradores del inconsciente, han vuelto una y otra vez al Ouroboros. Y cada vez que lo hacen, extraen algo nuevo de este símbolo milenario.
Vinculado a la alquimia, ya figura en muestras de arte romano,, para seguir más adelante en el arte medieval y renacentista, el Ouroboros aparece frecuentemente en manuscritos alquímicos, rodeado de inscripciones crípticas sobre la unidad de todas las cosas. Aquí, la serpiente es casi decorativa, pero su significado es denso: representa la materia prima de la transformación, el principio y el fin del trabajo alquímico.

Más adelante, en el siglo XX, artistas modernos y surrealistas recuperaron el símbolo con una intensidad nueva. M.C. Escher, ese maestro de las paradojas visuales, creó múltiples obras donde formas se devoran a sí mismas en ciclos imposibles. Aunque no siempre dibujó serpientes literales, el espíritu del Ouroboros está presente en sus lizards que se transforman unos en otros, en sus manos que se dibujan mutuamente.
El artista suizo H.R. Giger, famoso por su trabajo en la película Alien, exploró el Ouroboros de formas más oscuras y biomecánicas. En su universo visual, la autodestrucción y la autocreación se vuelven pesadilla y éxtasis simultáneamente. Sus criaturas, mitad orgánicas mitad mecánicas, encarnan esa tensión entre vida y muerte que el símbolo representa.
En el arte contemporáneo, artistas como Anselm Kiefer han trabajado con la iconografía de la serpiente circular, explorando temas de ciclos naturales, memoria colectiva y transformación personal. El Ouroboros sigue vivo porque sigue siendo relevante: seguimos necesitando imágenes que nos ayuden a procesar la naturaleza cíclica de nuestra existencia.
El Ouroboros Interior: Qué Nos Dice Hoy Este Símbolo
Vivimos en una cultura obsesionada con el progreso lineal. Avanzar, crecer, mejorar, siempre hacia adelante. Pero nuestra psique no funciona así. Funcionamos en círculos, en espirales. Volvemos una y otra vez a los mismos temas, a los mismos conflictos, a las mismas preguntas.
Esto puede parecer frustrante. "Ya había trabajado esto en terapia", decimos. "Ya había superado este patrón". Y sin embargo, aquí está otra vez, mirándote desde el espejo. El Ouroboros nos ofrece otra perspectiva: quizás no es que no hayas avanzado, sino que el camino de la individuación es circular. Vuelves a los mismos lugares, sí, pero cada vez desde un nivel diferente de consciencia.
Jung hablaba de la individuación como un proceso que dura toda la vida. No es algo que "completas" y ya está. Es más parecido a una espiral que se expande: recorres el mismo territorio, pero cada vuelta te lleva a una comprensión más profunda.

El Ouroboros también nos habla de autosuficiencia psíquica, pero no en el sentido de aislamiento. Más bien nos recuerda que tenemos dentro de nosotros todo lo que necesitamos para transformarnos. La serpiente no busca alimento fuera: se alimenta de sí misma. Esto no es canibalismo destructivo, sino un reconocimiento de que la energía para nuestra transformación está en nuestra propia experiencia, en nuestra propia sombra, en nuestro propio material inconsciente.
Morderse La Cola: Una Invitación
Al final, el Ouroboros no es solo un símbolo para contemplar desde lejos. Es una invitación a reconocer los ciclos en nuestra propia vida. A aceptar que crecer implica morir un poco. Que renovarse requiere soltar. Que el final y el principio están más cerca de lo que pensamos.
La próxima vez que sientas que estás "volviendo" a algo que creías superado, piensa en el Ouroboros. Quizás no es un retroceso. Quizás es la serpiente completando otra vuelta de la espiral, preparándose para renovarse una vez más.
Porque al final, eso somos: seres cíclicos intentando vivir en un mundo que nos dice que seamos lineales. Y tal vez el primer paso hacia la individuación sea simplemente aceptar nuestra naturaleza circular, nuestra necesidad de volver, de revisar, de renacer una y otra vez.



Comentarios